miércoles, 11 de enero de 2017

Una visita del pasado

De la theodysseyonline.com

Una vez, cuando sentía que debía cambiar muchas formas mías de pensar, alguien que amaba mucho me dijo que lo más difícil es aceptarse a uno mismo, у lo es.

Después de tres años de puertas cerradas, sentí que debía desviar mis intereses y empezar a luchar por sueños distintos; podría hablar de los sacrificios, de las personas que dejé de ver, de los tropiezos y de las desilusiones, pero también leo lo que escribo y entiendo que todo eso es parte de las etapas por las que uno pasa y que en algún momento tiene que dejar para poder empezar otras. 
Si hubiera podido ver el futuro, no habría estado segura en ese momento de lo que habrían visto mis ojos. 

En el 2005 un amigo de mis padres me preguntó qué quería ser cuando fuese grande y a mis nueve años le dije: "Doctora". Pasaron dos años y en mi clase de inglés, en la cual todos ya estaban en la universidad, me volvieron a hacer la misma pregunta y yo contesté con la misma respuesta. Una compañera comentó en voz alta que cambiaría mi opinión para cuando terminase la secundaria; para mi sorpresa ella sería la primera de muchas voces más. Cinco años después, ellos tuvieron la razón ya que cambié de opinión exactamente cuando terminé la secundaria.

A finales del 2015, esa niña de nueve años volvió a conversar conmigo, me contó sus sueños y su forma de ver el mundo, me mostró sus proyectos y su preocupación por la sociedad de ahora; no solo me convenció, sino me enamoró. Le dije que tenía miedo y me confesó que ella también, sin embargo me explicó que el miedo nunca se va, sino con él se convive. Ella dice que perder el miedo es para los que están completamente seguros que la probabilidad de que un suceso sea exitoso es uno, me comentó que si alguna vez pierdo el miedo no voy a sentir la satisfacción de mi éxito. Entonces me acordé que aunque me he tirado dos veces de un puente con los pies sujetos a una cuerda, lo volvería hacer, pero no porque esté segura de que todo vuelva a salir bien, sino porque aprendí a convivir con ese miedo y mi experiencia me dice que ese salto vale el riesgo.
Bungee 2013 - Nueva Zelanda

Entonces salté, salté una vez más hacia un futuro incierto, lleno de competencia y de personas desconocidas con las mismas ganas de conseguir lo que se habían propuesto; no pensé en hacer amigos porque no sabía a qué estaban dispuestos para lograr sus metas; sin embargo, me siento feliz de los pocos amigos que hice porque me hicieron sentir acogida en un lugar en el que jamás había estado en toda mi vida. Gracias a esa niña, he recibido muchísima ayuda para conseguir lo que nos propusimos, no estuvimos solas en todo el camino y la ayudé cada vez que quiso mejorar algo en mí. 

Ha cambiado tantas cosas que siento que ella está más en mí que yo y es porque ella es muchísimo más fuerte, del tiempo del que ella viene los errores son lecciones y cada día es una oportunidad para hacer bien lo que hiciste mal, le perdonan casi todo. Cuando decidimos usar la bicicleta como medio de transporte, le dije que era peligroso y que, asimismo, era una gran responsabilidad, pero no me creyó hasta el día en que terminé en el hospital. Cuando regresé a mi casa, me dijo qué es lo que debía mejorar y la escuché. Para mejorar es necesario tener paciencia, así que cada día trabajo en mi paciencia. No les voy a mentir, hay días en que pierdo tanto la paciencia que ella va a buscarla por mí. A ella le encanta hacer las cosas bien, es considerada, amable y carismática; probablemente es la mejor versión de mí. A veces no la quiero, pero la necesito y eso me recuerda a Nanny McPhee, tal vez esa niña se vaya cuando haya cambiado en mí lo que considere necesario y yo ya no la necesite. 
De la forma que fuese, estoy disfrutando mucho su visita y tengo el presentimiento que vamos a seguir logrando muchas cosas juntas. 

Una vez me dijo que no llore por mis errores, por las veces que le fallé a alguien, por las veces que mentí, por las veces que oculté algo, porque llorando no arreglo nada. 
Imagen de Esperanza Varela - Psicóloga

Todo lo que me ha dicho lo considero válido ahora, ha sido difícil aceptarme tal cual, con mis errores y defectos, es muchísimo el dolor que siento cuando cometo el mismo error porque no supe reconocer la situación; sin embargo, aunque me sienta indefensa cuando alguien ve mis defectos sé que puedo cambiar, porque el mundo necesita personas que se perdonen sus errores y los reconozcan, porque si dos jóvenes de quinto de secundaria tuvieron la esperanza de que Abimael Guzmán reflexionara sobre las atrocidades que cometió en su país mandando una carta a su celda, entonces sé que mis errores aún no me condenan, que aún estoy a tiempo para ceder el asiento reservado, a tiempo para no volver a montar bicicleta en la zona peatonal, a tiempo para solo bajar en el paradero, a tiempo para no apoyar la piratería, a tiempo para seleccionar mi basura, a tiempo para ser mejor hija, a tiempo para ser mejor hermana, a tiempo para ser mejor amiga, a tiempo para dar lo mejor de mí en este mundo. 







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