martes, 17 de febrero de 2015

Aveces no es quién, sino cómo.

Existen muchas razones por las que uno puede odiar a alguien: porque te mintió, porque te defraudó, porque no llegó, porque se burló, o porque de alguna manera te hizo daño. Sin embargo, lo que sentimos cuando esa persona que queremos tanto, esa persona por la que hemos dado la mejor versión de nosotros mismos no nos puede querer en la misma escala, no porque no pueda sino porque no somos "esa persona", ese sentimiento no es odio, ni tristeza ni nada que conozcamos, pero es un vacío que nos hace preguntarnos si realmente valió la pena dar lo mejor, o si para ellos hubiera dado lo mismo no hacerlo.

Hay personas que nacen para ser tus amigos, y hay personas, como yo, que nacen para alterar la naturaleza de las cosas...

Primer año de universidad. Otro país, y realmente hacer amigos era algo que necesitaba. Honestamente, me hubiera encantado tener amigas como lo planeé, pero él llegó primero. Además, para mi suerte él también era de primer año, lo que significaba que vivíamos en el mismo edificio. Él era de los que te cae bien de primera impresión, y de segunda también; efectivamente me cayó tan bien que no sentí la necesidad de ganar amigas durante todo ese año, al menos no hasta el final.
Él, en cambio, tenía sus amigos con los que rápidamente me integré; total yo era para ellos un chico más.

Aveces no tienes idea de lo que los demás están pensando hasta que piensan en voz alta y tú estás prestando atención. Bueno, resuelta que se comentaba en la cafetería que él estaba jugando conmigo ya que se sabía que él salía con una chica de un año mayor. Ese día me enteré dos cosas: que quien creí mi mejor amigo tenía novia y que al mismo tiempo jugaba conmigo. OBVIAMENTE creerán que fui a hablar con él, contarle todo porque así él me aclararía todo... Y no se equivocan, él me aclaró todo, pero no fue hasta seis meses después. Yo, por otro lado, seguí siendo su amiga y de su boca nunca lo escuché hablar de tal chica ni de ninguna otra. Con el paso del tiempo nos habíamos hecho dependientes uno del otro, él había aprendido a hacer todo lo que yo hacía y viceversa.
A todas las reuniones me llevaba como su pareja, y fue ahí donde escuchaba decir que la suerte ahora era mía, que ese tipo de chicos eran de los que ya no había. Y tenían razón. Él era de los que ahora ya no hay. No hubo ningún momento en el que yo estuviera hablándole y él no estuviera mirándome, él no sólo tenía la paciencia para entenderme, sino también el interés de conocer cosas que ni yo conocía de mi misma. Y cuando me di cuenta que él lo valía todo, solo lo di todo, lo quise sin buscar defectos, le di los mejores detalles, me enamoré de él incondicionalmente por 6 meses, hasta el día de su cumpleaños. El día de su cumpleaños armé el mejor regalo, la mejor sorpresa, además era su despedida porque se iba de viaje por el verano y no lo iba a ver durante dos meses. Antes de irme de la fiesta, no me pude contener y lo besé, no sé si él lo quería o lo esperaba, pero era algo que necesitaba hacer y solamente lo hice. Luego de besarlo nos sentamos y me contó todo: La chica de la que escuché hablar en la cafetería sí existía pero se había ido de intercambio a Francia, al país al cual él se iba por 2 MESES, por eso nunca antes me habló de ella. Me abrazó y me dijo que yo era la mejor amiga que él alguna vez pudo imaginar y que me quería tanto que de haber sabido antes hubiera hasta intentado que las cosas entre nosotros funcionen. Lamentablemente, él ya tenía un compromiso con alguien más y había una promesa de por medio. Solo le dije que se vaya tranquilo, que tal vez ese beso era una forma de sellar nuestra amistad y que no estaba segura de sentir algo más, pero la verdad era que sí sabía.


Algunas veces nos demoramos en darnos cuenta cuanto queremos a alguien. Otras veces, nos enamoramos de la persona incorrecta y, también, están las veces en que nos enamoramos de la forma incorrecta. Yo me enamoré de la idea de él, del chico ideal que merecía lo mejor. El hecho de saber que era capaz de hacer todo por alguien, lo amaba, pero no era por mi por quien él sería capaz de hacer todo. Confiar ciegamente en alguien no está mal si no tienes miedo a salir lastimado. Amar la idea de que al fin existe la persona que imaginabas está bien hasta el punto de no asumir que es tuyo por el simple hecho que era así como siempre lo añoraste. Y sí, todos los detalles valen la pena, pero la persona solo va a valer la pena dentro de tus criterios. Que una persona no te quiera en la misma escala no significa que te traicionó, ni que te mintió, o menos que quizo hacerte daño; tampoco puede decepcionarte porque cada quien elige a quién amar y cómo. Elegiste a quien creíste conveniente y al igual que yo debes comprender que se necesita tener criterios propios sobre una persona, no lo que ven los demás, mas lo que ves tú ves en esa persona y lo que está dispuesto a dar por ti. De vez en cuando, suele ser más saludable dejar que un poco de realidad entre a tu vida, analizar ese poco y usarlo para tu propio bien. La vida realmente es difícil, pero si la conoces de a pocos, verás que algún día la llegaras a entender haciendo que muchas cosas al fin tomen forma. 

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